«Aquí no hay álamos ni luna, querido Pablo, aquí no hay luna. Por las noches sólo cuelga del cielotecho (nuestro juego de alucinada protección) una radio portátil obsequio de tía abuela que a veces canta «Era en abril» de alguien de quien no recuerdo el nombre. Tengo tantos silencios por decirte y, sin embargo, lo primero que viene a mi cabeza es esto de no saber cómo debo matar a las ovejas que me miran: apunto me cargo de acero y bajo el fusil mientras espero impaciente el momento de apuntar al Norte (…) Por último, toda caja de música que suene en el mundo no la dejes apagar. Es tu responsabilidad. Mi garganta, querido Pablo, en tu garganta queda.»
Pablo Raninqueo desde Malvinas
Cuando decidì visitar el Nuevo Museo de Malvinas, Georgias e Islas del Atlántico Sur ubicado en el Espacio para la Memoria y Derechos Humanos (ex ESMA), sabìa que me enfrentarìa a un fragmento amargo de mi historia. No iba a ver una muestra de episodios ocurridos en otros siglos o en otras generaciones, iba a recordar, a resignificar, a no olvidar un tiempo en el cual, los jòvenes de entonces como yo, intentábamos comprender semejante locura. La Argentina en guerra…era algo impensable. Eran los tiempos duros, como decìa Cortázar, «los años de la alambrada cultural». Entonces las islas se convirtieron en un pretexto, en una garantìa, en una empresa que ciegamente se transformò en «nacional».
El Museo guarda el propósito de honrar la memoria de los hombres, de los chicos que fueron a la guerra y mi visita tambièn tuvo el mismo objetivo. El museo cuenta con un edificio de esructura moderna y un exterior que impacta e invita a ser contemplado: Agua, tierra y piedras y el contorno de las islas en relieve y la silueta del ARA Gral Belgrano que fue hundido en plena guerra. El sitio puede observarse desde la terraza del museo como tambièn recorrerlo. Allì decidì homenajear a los caìdos en la absoluta contemplaciòn mientras no dejaban de atravesar mi memoria las imàgenes que nos llegaban minuto a minuto y nos hacìan creer lo que no era.
El museo está estructurado en tres niveles. con diversas salas temàticas prepradas para que el visitante obtenga toda la información a través de medios audiovisuales con soportes de panatallas LCD y táctil, objetos históricos, textos literarios, imàgenes fijas, fotografìas , planos y una producción de sonido que provoca una intensidad mayor a la recorrida.
Desde la presentación audiovisual en una sala de 360ª que repasa la historia hasta la actualidad, la flora, la fauna, los primeros avistajes de las islas y las primeras cartas geogràficas preparan un clima.
El segundo nivel nos recrea la historia desde la llegada de los primeros pobladores hasta la de los usurpadores, como tambièn los reclamos, las declaraciones y hasta la poética dedicada a las islas.Cuenta con una mediateca con pantallas táctiles para escuchar mùsica y ver videos dedicados al Atlántico Sur y a la importancia de las islas. Es muy interesante recorrer el homenaje a las mujeres de Malvinas como tambièn a los primeros habitantes que junto a Luis Vernet, gobernador de las Islas, hicieron historia en aquellas tierras solitarias.
La mirada historiográfica documenta la importancia que se le atribuyó a estas tierras desde ideologías tan diversas como la encarnada por Paul Groussac o Alfredo Palacios, Arturo Jauretche o Abelardo Ramos. Cabe destacar la impronta de José Hernandez que, desde su periódico Rio de la Plata escribía:
« fue que la usurpación de un solo palmo de tierra inquiete su existencia futura, como si se nos arrancara un pedazo de nuestra carne…»
El tercer nivel nos sitúa en plena guerra. Desde los televisores antiguos que reproducen los noticieros de la època que daban cuenta triunfalmente de la situaciòn de nuestro ejército, las cartas a los soldados de Malvinas que escribían los niños en las escuelas, enseres y uniformes utilizados en el combate como tambièn una sala dedicada al Informe Rattenbach.
Termino mi recorrida en la sala del Memorial, allì donde se honra a todos a quellos que dieron la vida. Una salaarida, fría y triste, así como, seguramente, se vivía en aquellos parajes tan australes. La imágen del cementerio donde reposan los héroes de la guerra conmueve. Me voy recordando a todos esos chicos, que como yo, en aquel momento, tenían veinte años y una vida larga por delante que les fue sesgada.